...no viajamos para escaparle de la vida,
viajamos para que la vida no se nos escape............
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Los etruscos emplazaron la ciudadela de Civita di Bagnoregio en una meseta situada en el valle del Tiber. Fortaleza inexpugnable, sobrevivió a los ataques de diferentes ejércitos, pero aún ahora,
en tiempos más pacíficos, batalla contra un enemigo poderoso: el tiempo. Sus fundadores, al construir la ciudadela sobre terreno arcilloso, la condenaron a una muerte lenta por erosión. -
A la ciudad, que se ubica en lo alto de una montaña, se llega andando por el único puente que la conecta con el exterior, ya que los vehículos a motor no pueden circular por el pueblo. La
larga caminata hasta la cima tiene su recompensa inmediata, pues Civita es un precioso conjunto de edificios medievales coronado por un alto campanario, desde el que se disfrutan unas
impresionantes vistas de los barrancos que la rodean. Pasear por sus callejuelas empedradas es como viajar en el tiempo. El pueblo cuenta con sólo diez habitantes, no hay coches y apenas
comercios. La Plaza del Duomo de San Nonato, con sus columnas etruscas y su iglesia, construida sobre un templo romano; el Palacio Comunal, único edificio renacentista del que sólo queda la
fachada; las cuevas etruscas y el arco románico a la entrada de la villa, merecen una visita sin prisas. Al llegar a la ciudad, la verás anunciada como `La ciudad que muere`, en italiano original
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